¿Un juego de niños?
Por: Valentina Orozco Jordan
La pregunta quizás de muchas personas es ¿las mujeres realmente juegan fútbol? En una sociedad machista esto podría ser una novedad, pero la respuesta es sí, las mujeres juegan como los hombres, sienten este deporte al igual que ellos, sufren, luchan y también sueñan llegar a grandes ligas del mundo como ellos. Quizás se preguntan ¿cómo inició todo y por qué?
Esta aventura del fútbol femenino empezó en 1894 cuando Nettie Honeyball, una activista de los derechos a la mujer fundaría el primer club deportivo llamado British Ladies Football Club, quien aseguró que esto sería un empuje que le daría importancia y reconocimiento a la mujer en el mundo, que en ese entonces era excluida de varias actividades de la época.
Este deporte llegó a Colombia a principios del siglo XX y fue traído al país por inmigrantes británicos, sin embargo, el fútbol todavía se consideraba totalmente masculino, y solo a principios de los noventa se formó la Selección Colombia Femenina. Y como la historia lo demuestra han sido muchos años de lucha para que el fútbol femenino se reconociera como un deporte legítimo, esta presión empezó en el Valle del Cauca y en el Eje cafetero y no es casualidad que a nuestras futbolistas se les conozca como las cafeteras.
Pero, ¿en Colombia hoy está agonizando el fútbol femenino? A raíz de los escándalos que se produjeron hace algunas semanas, sobre el acoso y abuso a jugadoras de la Selección Colombia sub-17 las personas se enteraron que aún existía fútbol femenino, y esto se convertiría en el tema de conversación de una mesa, de una reunión familiar, de un grupo de amigos, en el trabajo o quizás con el señor del taxi, y es que denunciar hoy en Colombia cualquier tipo de violencia hacia la mujer se podría convertir un efecto ´boomerang´: que se definiría como una acción que produce un efecto en la persona que lo llevó a cabo. Y muchas mujeres que jugamos este deporte nos preguntamos ¿quién nos respalda? ¿Quién se pronuncia al respeto? ¿Se hará justicia? Porque el fútbol femenino va en potencia con el talento indiscutible de la mujer colombiana.
Pero deberíamos darle una pausa a esta problemática y pensar que la educación viene desde casa, el amor por algo viene también desde casa, qué me dicen del miedo por algo que se inicia en casa quizá porque no quisimos comer de chiquitos y crecimos con la idea de que el coco nos iba a llevar, o que el habitante de calle vendría por nosotros. Educar al niño para que acepte el fútbol y sepa que también es para mujeres va en la responsabilidad de ese ciudadano que aún es conservador y que aún le cuesta ver el fútbol desde otra perspectiva.
Las mujeres en Colombia tenemos miedo, y no es para menos, necesitamos un respaldo, necesitamos que la gente se eduque y que los medios de comunicación ayuden a fomentar que las mujeres sí juegan fútbol, porque el fútbol femenino nace al igual que el masculino, pero una sociedad adulta separó el juego de las niñas del juego de los niños, y paradójicamente la pecosa, la esfera, la bola, ella, aunque sea femenina, nació sin género.
1 Comentario
Excelnte Post, la pecosa es de todos.