Tremenda Sorpresa
Por: Santiago Martinez, socio Acord ⎪
Son incontables los signos de un buen viaje, hasta ahora, de muchos hombres que he conocido en el trayecto que llevo de la vida. Uno de esos personajes me lo he encontrado seguido por éstos días, don Darío de Greiff. “El Tío”, como le decía el maestro Oswaldo Juan Zubeldía, y lo llamaba así porque “era una especie de tutor de los jugadores de divisiones menores”, es un hombre tranquilo, paciente, al cual nadie se le acercará a decirle que recibió un céntimo por jugador alguno; era y es un dirigente, con sentido humano, generoso, capaz de donar su banco bajo un árbol al medio día. Vale mucho recordar que a través de su empresa familiar, Creaciones Crack, patrocinaba fundamentalmente el fútbol y el voleibol. De Creaciones Crack salió Leonel Álvarez donde jugaba como volante creativo.
Fueron famosos por aquellos tiempos los matrimonios de Pedro Sarmiento, Hernán Darío “El Arriero” Herrera, Nolberto Peluffo y sobre todo el de Gabriel Jaime “Barrabás” Gómez, a todos ellos el doctor de Greiff fue invitado como padrino. Los jugadores le tenían un aprecio especial. “Barrabás” y su primera esposa le visitaron para darle la buena nueva: “nos casamos” le dijo Gabriel Jaime, “buena decisión” respondió el dirigente, “nosotros queremos que usted sea quien me entregue a Liliana”, continuó “Barrabás”; el doctor de Greiff buscó al doctor Hernán Gómez Agudelo QEPD, éste, huraño, recio y bien paisa le preguntó: “¿qué hace por aquí? desembuche, desembuche”.
El doctor Hernán era dirigente del DIM y el doctor de Greiff del NAL. Para no torear a “El Gordo” Gómez, como le decíamos, el doctor Darío le hizo saber, no la noticia del matrimonio de su hijo, sino la decisión de ser él quien entregase la novia. “¡Qué hijueputas todos!, pero te felicito porque “Barrabás” te ama mucho… y te vas de aquí ya”. Me cuenta el doctor Darío de Greiff que ante semejante situación caminó hasta la puerta con la mente en blanco, pero se devolvió para despedirse del amigo y tremenda sorpresa, “El Gordo” Gómez tenía dos lagrimones en cada mejilla y otros que comenzaban a salir.
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