Qatar 2022 – Día 5 Ellos ya no están aquí
Por: Julián Ochoa
Agencia Informativa Acord Antioquia
Tal vez a la hora de usted leer esto, ya la ONU haya dado el parte que se nos fue filtrado y que, tal vez, es la noticia de este comienzo de milenio.
Los anuncios de la presencia aquí de seres de otros planetas no volverán a sucederse por voluntad manifiesta del gobierno extraplanetario de los alienígenas exploradores.
Tras de 10 décadas de expediciones por varias galaxias, por muchos soles y por cientos de planetas tibios, la Tierra no será ni habitada no explotada por ellos.
Conocieron a los humanos y supieron que eran malformaciones de dioses que, con algo de motivación en momentos únicos y precisos, podrían recuperar su divinidad.
Les bastó un gesto y un instante para ver que esos terrícolas podrían romper todas las leyes de la probabilística. Ese simio pelado y erguido en dos patas lo hizo.
Las posibilidades físicas, mentales, biológicas dadas por dioses, devenires, evoluciones, casualidades y esfuerzos avanzaron cienmiles de años en par segundos.
Sabían que los humanos eran unos simios brutos, indefensos, de manadas erradas, que se mataran y no se comían, que se decían higiénicos y empuercaban su esfera Tierra.
Suficiente tenían ya al comprobar en un siglo la insolidaridad de especie, la sed autodestructiva, la incompasión, la falta de empatía, la bajeza de condición.
Pero se dieron su oportunidad de ver un raro escenario de confrontación y pasiones tras la tontería de que unos pocos intentaran meter un balón a una malla mientras miles veían.
Dioses y devenires se conjugaron para poner en un instante esa serendipia que preocupaba a los extraterrestres llegados al Planeta.
Bastó que se congregaran en sus invisibles naves sobre la oval edificación Lusail, en tierra firme junto a un mar y al final de un desierto para desistir de quedarse.
Los aliens posaron sus invisibles naves justo en el minuto 73 del partido Brasil – Serbia y alcanzaron a ver justo la razón para salir espantados.
Richarlison hizo un movimiento imposible a ninguna criatura de cualquier galaxia explorada y logró entrar el balón al gol.
La coincidencia perfecta de tiempo, movimiento humano y trayectoria del balón, obvio, no era de humanos y ni siquiera obra de dioses o momentos evolutivos.
Ese simio casi indefenso podía ser tan malo como ya lo había mostrado, pero podría ser tan Sublime que, convertido en criatura divina con un gol, les infundió temor.
La Liga de las Galaxias dejó constancia de no querer convivir con demonios que se alzan en un gesto técnico futbolístico por encima de lo imaginado por todos los dioses.
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