Preciosa Epopeya en la tierra de la Divina comedia

Por Jhon Jaime Osorio – @jhonjaimeosorio

En «La historia de Roma desde su fundación» cuenta Tito Livio que en el siglo VII el Rey galo Beloveso sintió la necesidad de buscar nuevos territorios para reestablecer su reino. Según la leyenda, citada por el historiador, al monarca se le apareció una cerda con medio cuerpo cubierto de vello que le señaló un lugar lleno de bosques y pantanos muy al norte de la península itálica. Allí fundó una ciudad a la que bautizó Mediolanum por estar en medio de una llanura. 14 siglos después, esa ciudad es Milán, la capital europea del arte, la moda y el diseño. Hasta esta ciudad que sabe armonizar sus contrastes llegó hoy Egan Bernal para reinventar su reino ciclístico. Después de conquistar Francia en el 2019 y de un 2020 de penurias y tristezas, hoy entró vestido de rosa y montado en una cabra para posarse en el Piazza del Duomo, reclamar un cetro diseñado en forma de espiral y clavar frente a catedral una bandera tricolor.

Milán es la casa del Giro. En 104 ediciones la carrera italiana ha terminado allí en 79 ocasiones. En 21 de ellas, el final ha sido con una prueba contrarreloj. Como esta ciudad es también la capital mundial de la moda, nada mejor que convertir las calles en una pasarela ciclística para ver pasar uno a uno a los ciclistas. En esta ciudad que conserva en su arquitectura el paso de varios siglos, le ganó Geoguegan Hart el Giro del año pasado a Hindley en una etapa contra el tiempo. Allí mismo, contra el crono, perdió Nairo el Giro del 2017 ante Dumoulin. De la misma forma, Hesjedal le quitó el título del 2012 a Purito Rodríguez. Hoy, cerrando el quinto mes del 2021, Egan Bernal, pagó un pequeño impuesto de 30 segundos para defender su nuevo reino. La renta de 1’59» acumulada en las dos primeras semanas ante Damiano Caruso fue suficiente para convertir de la lucha por el título en un paseo de la victoria de 30 kilómetros, de Senago a Milán.

A la etapa final llegaron 143 de los 184 ciclistas inscritos. Cada uno hizo el cierre de acuerdo con sus condiciones y expectativas. Unos cumplieron el sueño de terminar una de las tres grandes vueltas. Otros, como Sagan y Bouchard, se pasearon con sus camisetas distintivas ya aseguradas como campeones de puntos y de la montaña, respectivamente. Algunos, como Almeida, Carthy, Daniel Martínez y Bardet lucharon por unos segundos para quedarse con el quinto lugar de la clasificación general, que terminó definido por centésimas a favor del colombiano. Los especialistas se dedicaron a definir la victoria en la última etapa, con superioridad absoluta del campeón del mundo Filippo Ganna, que sorteó un pinchazo en los últimos kilómetros. Caruso y Bernal se encargaron de la lucha por el título. Egan perdió ante el italiano 30 segundos en la etapa, pero le ganó el Giro por 1’29».

La etapa tuvo 30,3 kilómetros de recorrido y tres puntos de referencia para el manejo de los tiempos. La rampa de salida estaba en Senago, justo al frente de los antiguos hornos de ladrillos. En el kilómetro 9, en Cassina Battiloca, se tomaba el primer tiempo. En esta localidad llena de villas señoriales y jardines, Egan cedía apenas 9 segundos, el tiempo de la tranquilidad. En el kilómetro 19, en Sesto San Giovanni, llamado «el stalingrado de Italia» se marcaba el segundo parcial. En esta cuna de la clase obrera de Milán, el colombiano tenía trabajada la etapa y cedía 23 segundos frente a Damiano Caruso, el tiempo de la esperanza. El cronometraje final se tomaba en un costado de la Piazza del Duomo. Con la Catedral al fondo, el Palacio Real a un costado y el arco de la galería Vittorio Emanel II al otro, Egan cruzó la meta celebrando anticipadamente. Cedió 30 segundos. El tiempo de la euforia.

Para algunos, la historia que cuenta Tito Livio sobre la fundación de Milán es solo un mito. Cuatro cuadras abajo del podio del Giro, en la Piazza de los Mercanti, hay una imagen un poco escondida y escasamente publicitada que representa la cerda medio peluda que le señaló el territorio a l monarca galo. En la Italia mágica, la de Dante y su «Divina comedia», hoy se escribió una preciosa epopeya, la de un rey caído en desgracia por unos extraños dolores de espalda, que se recuperó para volver a ser monarca en unas tierras llenas de montañas. Es tiempo de escribir odas al rey Egan. Hoy le generó emociones y alegrías a su pueblo de origen, que por estos días solo escribía tragedias. Ese es el verdadero valor de su nueva conquista.

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