El periodismo deportivo: ¿Una balacera lingüística?
(Reflexión acerca de la violencia en el lenguaje deportivo *)
“Mas yo os digo que toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ello darán cuenta en el juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”
(San Mateo. Capítulo 12 Versículos 36-37)
Este 12 de octubre se celebra otro año más del día del periodista deportivo y quiero reflexionar acerca de nuestro instrumento más importante: el lenguaje, especialmente en el deporte y me detendré para hacer énfasis en el fútbol.
Es que muchos son los tratados que, acerca de esta disciplina deportiva, se han escrito. Todavía, hoy por hoy, incrustado en la dinámica económica del capitalismo salvaje, sigue siendo tema para profundos estudios y análisis. Paralelo a su origen se han generado espacios para la socialización de los seres humanos y casi que simultáneamente a su práctica profesional, se dio inicio a otra actividad que ayudó a su evolución y desarrollo: el periodismo deportivo.
Con el mismo discurso bélico, el cronista deportivo relata las grandes hazañas de sus héroes creando, con sus palabras, seres míticos con pies de barro.
El poder de las palabras
Los Mayas tuvieron un Dios para las palabras. Los griegos y los romanos no. Para su desgracia (y, probablemente, la nuestra) tuvieron semidioses: aquellos héroes mitológicos a quienes colocaban entre sus deidades. Les atribuyeron virtudes que giraron entre lo humano y lo divino. El grupo humano prehispánico del sureste de México, Guatemala y Yucatán entendió, como ahora lo hacemos, el gran poder que tiene la palabra.
Zvetan Todorov, lingüista polaco, asevera que las palabras crean realidades y que nada existe, ningún objeto del mundo real existe hasta que no sea nombrado. Muchos semiologos, apoyándose en las tesis de Todorov, han interpretado la Biblia y en su hermeneutica han coincidido con el lingüista polaco en ese “poder” que tiene la palabra.
Un poder que va más allá de un discurso grandilocuente, pues el lenguaje no sólo describe las cosas, hace que las cosas sucedan, el lenguaje es acción.
“Ese hombre tiene más poder que yo” dijo el Jaibaná Salvador para referirse al periodista Juan José Hoyos. Sí, el periodista y el periodismo tienen ese poder, sobretodo el de servir, para que no nos dominen con el miedo y el escándalo. Un poder entendido como un periodismo de servicio y no como un periodismo de destrucción, o de estragos o de muerte.
Todas las consideraciones anteriores son las que tendremos en cuenta para tratar de reflexionar acerca del contenido violento de las palabras en el periodismo deportivo, especialmente en el medio radial, dado muchas veces por el mal uso del lenguaje.
Al contrario de lo que sucede en la prensa, medio en el cual se pueden editar y corregir los artículos, en la radio, especialmente en los programas que se emiten en vivo, y ante la inmediatez del medio, es difícil realizar la labor de “devolver lo que se ha dicho”.
El uso del lenguaje que hacen los periodistas deportivos radiales crea en los oyentes el convencimiento de que todo lo que dicen es correcto e incorporan todos esos términos a su vocabulario, aunque sean incorrectos.
Desde que iniciamos nuestra carrera, para luego graduarme como comunicador social periodista en la Universidad de Antioquia, he escuchado decir que los medios de comunicación deben cumplir una triple función con respecto al público: informar, entretener y educar.
En lo que tiene que ver con los programas deportivos radiales podemos decir que cumplen con la parte de la información, y esto se puede deducir con sólo hacer un recorrido por el dial, en el que se encuentra variedad de estilos, enfoques y horarios, con un amplio contenido y, además, gran cantidad de pauta publicitaria.
Con el entretenimiento podemos afirmar, de igual manera, que están cumpliendo, lo que se deduce de los resultados de estudios de sintonía, en los que los resultados de este tipo de programas siempre ocupan los primeros lugares, hecho que se ve reflejado también en el tema de la pauta publicitaria que ya tocamos en el punto anterior.
Por: Roosevelt Castro B. Periodista ACORD-Antioquia
Socio y periodista deportivo.
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