Medellín se quedó a una puerta del séptimo cielo
Por: Sara Hernández
El Deportivo Independiente Medellín venció de local al Atlético Junior 3-1, en la segunda final de la Liga II del Fútbol Profesional Colombiano. Sin embargo, el rojo no pudo igualar los cuatro goles recibidos en Barranquilla, que dejó un 5-4 en el global y un nuevo subcampeonato para el elenco paisa.
Los alrededores del Estadio Atanasio Girardot, tenían un murmullo de proeza y un toque escarlata de fe. La misión: alcanzar el séptimo cielo. La peripecia: remontar tres goles de diferencia. El antagonista: sólo 90 minutos y el equipo de la Costa. El Héroe: Zambrano y sus 11 muchachos. Y a pesar que el desahogo del primer gol se dio a los 44 minutos del primer tiempo, desde la entonada del himno se preveía que la lucha por el objeto deseado, sería larga, dolorosa y ante todo, digna. Así que Leonardo Fabio Castro, homónimo del director de cine, a un minuto del descanso puso la película en suspenso, tras poner el balón de derecha en la cruceta, con la atenta mirada del espectador de lujo, Viera.
La tensión continuaba en el descanso del segundo y el primer acto. Las luces de los hinchas, encendieron el Atanasio que se convirtió en un fortín de fe. Más, cuando a los 55, el mismo actor poderoso puso el segundo e incrementó la fe. Pero el villano para los paisas, fue Yony González, que con favorecido por un rebote de Hernán Pertúz, descontó y silenció el Coloso de la 74. Contrario a lo que se pensaba, el juego quería ser proeza y el héroe de siempre se puso la capa, marcó el 3-1 y se convirtió en el máximo goleador de torneos cortos, acompañando a Carlos Castro en el segundo lugar de la tabla histórica del DIM.
Al guión de esta película le sobraron 10 minutos, el Junior se batió sobre el césped de juego y no dejó que la furia de lo increíble y el sueño de utopía Poderosa se hicieran realidad. Así que por sexta vez en este nuevo siglo, el Deportivo Independiente Medellín, es subcampeón colombiano. Que en vez de alcanzar el séptimo cielo de la gloria, seguirá sumido en el sexto espiral que Dante atravesó, esperando que el tiempo en el limbo no sea tan largo como el de la última vez.
Foto cortesía: José Luis Ospina
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