Liga antioqueña, fútbol y pasión
Por: Yuliana Suaza Lopera
Desde 1929 la Liga Antioqueña de Fútbol (anteriormente llamada Federación Antioqueña de Fútbol) ha sido la primera escuela de los jugadores del Departamento. Se ha encargado de formar, desarrollar y exportar grandes promesas del fútbol. Desde su primera presidencia con Samuel Uribe, a la actual con Jaime Herrera Correa, se ha logrado posicionar en todas sus categorías a nivel Nacional.
La liga de los pequeños gigantes en Antioquia incluye torneos de fútbol sala, fútbol playa, subregiones del Departamento y un festival de escuelas. Categorías masculinas de sub9 a sub17, categoría juvenil A y B, y la más atractiva: primera A, B y C, esta última categoría, la disputada con más vehemencia, los chicos están a un pique de ser profesionales.
La liga incluye, además, un torneo femenino que cuenta con categorías infantil, pre juvenil, juvenil y una categoría libre, una competencia que brinda buen nivel futbolístico, y que gracias a la inserción del fútbol femenino a nivel nacional, sueñan con ser jugadoras de élite, y demostrar que en tierras paisas el talento no tiene límite ni género.
El espacio guardado para los más chicos es la histórica pony fútbol, pues la AFA (liga Antioqueña de Fútbol) aporta equipos a esta competencia, donde los más pequeños luchan por mostrarse y dejar huella en el fútbol local. Cada jugador de las diversas categorías defiende un color opuesto, una posición en el campo distinta. No obstante, los pibes de la sub9 corren con el mismo ímpetu que el jugador de primera, madrugan, entrenan, luchan el balón. Tan diferentes el escenario; tan similares en su objetivo, todos luchan por un mismo sueño: debutar.
La fusión de jugadores y jugadoras de todas partes de Antioquia; jóvenes de Urabá, niños de las comunas de Medellín, extranjeros que vienen a cumplir sus sueños en tierra paisa, reunidos en un mismo marco: la lucha de todo un año, disputas en la tabla, goles que se gritan con el corazón. Se oyen en la tribuna las voces de los profes que gritan, alientan, al mismo tiempo que la hinchada sufre, celebra, señala al árbitro. Un entorno invadido por la pasión del trabajo en equipo: jugadores, técnicos, familia, directivos, hinchada. Así se vive el fútbol aficionado en Antioquia.
La afición Antioqueña ha sido testigo de las hazañas de los pequeños, que sin importar el color que defienden luchan hasta el final. La ilusión está cada vez más cerca, los huellas de los guayos de los jugadores que alegraron a la afición pasarán pronto a dejar marcado el césped de los estadios del país, y conquistar el mundo, pero nunca olvidarán sus raíces, las canchas que los vieron caer, el fútbol Antioqueño en su frenesí, la cantera del legado de la tierra de las montañas.
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