Las lecciones que nos deja Arregui
Por Fredy Pulgarín
Con la voz quebrada y un llanto inconsolable, el volante argentino Adrián Arregui anunció este viernes su salida del Independiente Medellín, por lo menos por seis meses, para retornar a su país y estar cerca de su familia. El fallecimiento de su padre hace algunos días, estar cerca de su mamá y su pequeño, fueron los motivos que argumentó el jugador que emocionalmente se mostró abatido.
Y es que el llanto por una situación familiar tan compleja contrasta con el pundonor que siempre demostró en el terreno de juego, su honestidad, las palabras que como líder ofreció a sus jugadores, la disciplina y la entrega en cada juego, le permitieron un gran reconocimiento en la hinchada del Independiente Medellín, en tan solo un año, pues Adrián debutó con la camiseta roja en el segundo semestre de 2009 disputando 35 partidos.
Luego de su anuncio, en las benditas redes sociales se evidenciaron, en su mayoría, mensajes positivos y de agradecimiento con el “Vikingo”, como lo apodaron, destacando su amor y compromiso con el equipo y la decisión de estar al lado de su familia en el contexto tan complejo que vive el mundo y en el que tal vez hay cosas más importantes que el mismo deporte. No faltaron las criticas absurdas, los comentarios desacertados de cuentas anónimas que buscan cualquier oportunidad para demostrar lo peor que tenemos como personas. Cuando esto pasa, las redes dejan de ser medios para convertirse en cloacas de nosotros mismos.
Dejar todo lo que, como profesional se ha construido con mucho esfuerzo, por estar al lado de lo más importante que podemos tener como seres humanos, es una lección que nos ha entregado con esta decisión un futbolista que siempre demostró su fortaleza en su corto paso por la ciudad. Hoy más que nunca, las reflexiones que debemos hacernos, en cualquier contexto, deben estar orientadas a entender qué vale realmente la pena, qué nos hace ser mejores, qué nos permite ser lo que queremos ser.
No queda más que agradecer a este muchacho de 27 años por tantas lecciones, renunciar a sus sueños por valorar a su familia, por demostrarnos que el fútbol es valiosísimo para la sociedad, pero no es lo más importante, por enseñarnos que el deporte sigue siendo una escuela de valores donde lo más representativo no es ganar siempre, sino ser espejos de buenas acciones para los demás, por darnos una oportunidad más para seguir reflexionando como seres humanos.
Seguramente las puertas de la ciudad y del equipo siempre estarán abiertas para Adrián Arregui. El buen ejemplo en el deporte es de esas cosas que nunca se olvidan y que siempre van a estar por encima de la bullosa victoria, que al fin y al cabo, se preocupa es por otras cosas, tal vez menos importantes.
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