El romance sempiterno de Gilberto Osorio y Atlético Nacional

Por: Santiago Rendón Londoño – Capítulo Universitario

Uno de los principales lugares comunes en los que cae un futbolista es decir que el club en el que milita es en el que quiere estar el resto de su vida; el marketing, las nuevas oportunidades y los contratos jugosos son algunas de las razones por las cuales los jugadores trasladan su vida profesional hacia otras tierras, con nuevos compañeros, nuevos aires y, sobre todo, nuevos colores.

Las historias de Totti en la Roma, Scholes y Giggs en el Manchester United, Puyol en el Barcelona y Maldini en el Milán, son casos aislados dentro de un deporte que transforma sus circunstancias fecha tras fecha y que exige un estilo de vida altamente cambiante, apto para las estadías cortas.

En Colombia hay pocos jugadores que convirtieron la fidelidad a los colores en una cuestión de honor y uno de ellos es Gilberto Osorio, el legendario volante de Atlético Nacional que defendió sus colores de manera ininterrumpida durante 14 años desde finales de la década de los 50s.

Osorio se inició en la profesional del club en 1958, donde rápidamente se afianzó como titular, a tal punto que unos años más tarde estuvo en la lista de preseleccionados para las eliminatorias del Mundial de Inglaterra, aunque finalmente no se pudo vestir de Tricolor.

Fue en 1965 cuando estuvo a punto de coronarse en el rentado local de la mano de Juan Eduardo Hohberg, pero al final quedó a dos puntos del Deportivo Cali. Aquel plantel contaba con nombres como los de Luis Largacha, Osvaldo Sierra, Eugenio Casalli, Héctor Lombana, Julio Édgar “Chonto” Gaviria, Óscar López, Óscar Rossi, Eduardo Balasanian, Carlos Campillo y Óscar Romero.

Su último año vestido de verde y pisando el césped fue en 1972, pues aquel nombre que durante casi una década y media se consolidó en la titular del Atlético Nacional, se fue borrando de a poco para que en su lugar se escribiera el de Jorge Ortiz, un joven marcador que había llegado a principios de temporada proveniente del Pereira.

En total jugó 512 partidos en la institución antioqueña, una cifra que hasta ahora ningún otro jugador ha superado en la escuadra ‘Verdolaga’, un récord que lo pone entre los históricos del Atlético Nacional y un número mágico que eternizó su nombre como uno de los pocos futbolistas que convirtió en premisa la frase “un amor para toda la vida”.

 

 

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