El opio del pueblo
Por: Santiago Rendón
Aunque la sociedad colombiana no vive el fútbol con el mismo espíritu ganador de los brasileños ni con la pasión barrial de los argentinos, es innegable que este es el deporte número uno en el país, pese a que no es el que más alegrías le ha dado a la nación.
En Barranquilla, lo único que importa más que las necesidades básicas de la sociedad y el tradicional Carnaval, es el Junior; en Cali la salsa se baila al ritmo de goles –o los goles al ritmo de la salsa, pues el orden no modifica el sentimiento-; y en Medellín, antes de saberse sus nombres, los niños se preguntan de qué equipo son hinchas.
Por eso resulta incomprensible que ahora el país se vea en la obligación de pagar para ver en televisión al club que ama. Y lo es aún más, cuando este deporte ha sido visto como el escape de la población a los diferentes problemas sociales que afronta Colombia.
Según la Comisión de Regulación en Comunicaciones, el 13% de la población colombiana está suscrita a Netflix, una plataforma que ofrece contenidos diversos y de calidad por $17.000. Lo novedoso de este servicio es que la persona tiene libertad para elegir qué ver y en qué momento.
Y la contraoferta desde la parte deportiva es un canal adicional al plan mensual que pagan los colombianos, el cual tiene un costo de $30.000. El precio es alto si se tienen en cuenta las necesidades básicas de los hogares, la mayoría incluidas dentro de la canasta familiar.
A eso hay que sumar el nivel del campeonato local, que fecha tras fecha nos regala escenas dignas de un torneo amateur y con polémicas que no se ven ni en los ‘picaditos callejeros’.
Ahora el hincha no debe preocuparse únicamente de la boletería para los partidos de local, sino también en el costo que le traerá ver al equipo que ama en sus compromisos de visitante. Eso sí, esta es la oportunidad para que los negocios de los barrios reciban hinchas desesperados por ver un juego a cambio de dos cervezas, y para que la radio retome esos años gloriosos en los que los goles se imaginaban sin ser vistos, gracias a la magia de la narración.
Sin duda, el canal premium es una más de las noticias insólitas que se dan en el país. El problema es que ahora, a diferencia de muchas otras ocasiones, la sociedad no podrá refugiarse en el fútbol.
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