De la Comuna 13 de Medellín para el voleibol internacional
Por Fredy Alexander Pulgarín Serna
Un proceso formativo muy corto ha vivido el voleibolista Juan Pablo Moreno, quien aun cuando era menor de edad, se abrió pasó al voleibol internacional. De las canchas de barrio de Medellín a los coliseos de Suramérica y Europa.
Juan Pablo Moreno nació en Itsmina, Chocó, hace 23 años, y como muchos niños en el país, la violencia lo obligó a desplazarse y refugiarse con su familia en la Comuna 13 de Medellín, catalogada por muchos años como una de las comunidades urbanas más peligrosas del mundo y en la que las oportunidades para salir adelante son escasas, pero siempre están latentes.
El deseo maternal de hacer que su hijo no se perdiera en otros escenarios, casi que lo obligó desde muy pequeño a practicar deportes, entre ellos el fútbol y el baloncesto, hasta que su profesor Lerman Mazo lo invitó a conformar el equipo de voleibol en el colegio La Independencia y fue ahí que se enamoró de esta disciplina: “a mis 12 años ya medía 1.80 metros y eso me permitió potenciarme en este deporte”, afirma Juan Pablo, quien hoy mide 1.96 metros y ya ha hecho parte de clubes en Argentina, Austria, Brasil y España.
Sus inicios en torneos oficiales los recuerda Néstor Alzate, entrenador del equipo del Inder en 2008 cuando Juan Pablo fue una de las piezas clave para el título: “a través del programa de desarrollo deportivo del Inder Medellín, abrimos convocatoria para conformar la selección mini de voleibol para el Festival de Festivales, y ahí llegó como integrante de la Escuela Popular del Deporte de El Salado, donde entrenaba con el profesor Lerman Mazo”.
Con una sonrisa aún marcada por su esencia chocoana, Juan Pablo recuerda que a través de los programas del Inder su vida se transformó, “tengo muchos recuerdos de esa etapa, jugué tres años y ganamos en el Festival de Festivales en 2008. Entrenamos todo el año para el torneo, fuimos campeones… recuerdo que yo en esa época era rebelde, peleón, pero al final siempre me calmaba y seguía yendo”.
Su fuerte carácter siempre ha estado con él. Así lo recuerda el profe Néstor, quien junto al entrenador Camilo Hernández, también del Inder, tuvieron la paciencia necesaria para proyectar todo su potencial deportivo: “cuando llegó era malgeniado, tal vez por las carencias sociales y familiares que tenía en ese momento, porque venía de una zona muy compleja de la ciudad, entonces peleaba mucho, nos tocaba sacarlo del entrenamiento por el malgenio, se iba llorado, pero volvía”.
Sin duda, el soporte fundamental de Juan Pablo es su mamá, Claudia Mosquera, madre soltera que junto a sus otras dos hijas ha sabido llevar a su familia por el camino correcto, a pesar de las dificultades que implica el barrio en el que crecieron: “El deporte es muy importante para los muchachos, pues no permite que ellos estén pensando en hacer cosas malas y se enfocan en ser pelaos responsables, no están por ahí en metidos en rumba o en otros vicios”.
Siempre que ella habla se muestra alegre, una alegría idéntica a la de Juan Pablo, con la que recuerda que su hijo desde pequeño ha sido muy amoroso y responsable con su mamá y sus hermanas: “todos los días le doy gracias a Dios, pues me lo ayudó a criar, a ser siempre una persona de bien y a pesar del entorno en el que creció, nunca se tiró para otro lado, sino que siempre es enfocó en su deporte”.
Luego de ese proceso formativo en el Inder, en el que el deporte era recreativo, a sus 15 años, dice Juan, “agarré conciencia” y comenzó a proyectarse como deportista de alta competencia, pues inició su proceso en las selecciones Antioquia y Colombia. Su talla y su técnica más desarrollada lo destacaban a nivel nacional. En 2014, todavía como estudiante de colegio, le llegaron dos propuestas para irse a Brasil, para donde arrancó sin pensarlo.
En tan solo seis años ha estado en clubes de Argentina, Austria y España, y para el segundo semestre de 2021 firmó con el equipo Mende Volley de Francia. Para doña Claudia, dejar ir a su hijo, menor de edad, para otro país, fue muy difícil “…él se fue llorando, nosotras también lloramos, pero a los hijos hay que dejarlos que vuelen, hay que dejar que sigan buscando sus sueños”.
De su parte, el profesor Néstor manifiesta que la salida de Juan Pablo era muy clara desde el principio: “él tenía mucha proyección desde su niñez, siempre nos decían que por qué no jugaba tan bien, si a sus 12 años era alto y se destacaba con los demás niños, pero “El More” aún no estaba para esa categoría, era uno de los que no iba a destacarse en categorías menores, pero si en las mayores, y ahí está”.
El biotipo de Juan Pablo, su fuerza, altura y hasta su misma personalidad han permitido que esos sueños nacidos en el deporte en una comuna de Medellín hoy sean su realidad y que a sus 23 años tenga su proyecto de vida ya consolidado en el voleibol, en un deporte tal vez desconocido en cuanto a figuras y con pocos resultados a nivel internacional para Colombia.
En ese camino también ha sido fundamental la proyección social de las Escuelas Populares del Deporte, política pública de Medellín que busca garantizar el derecho a la recreación y el deporte en las comunidades y zonas caracterizadas por elevados niveles de exclusión social, violencia y conflictos armados. “Es una de las grandes oportunidades que tienen los chicos en los barrios, y no solo a partir de la transformación deportiva, sino social, pues se trabajan componentes desde la legalidad y la equidad, fundamentales para los jóvenes para tenerlos enfocados”, concluye Néstor Álzate, quien también es formador en el Colegio The Columbus School y la Universidad Eafit.
El amor es lo más importante, dice doña Claudia, quien además manifiesta que “si uno quiere lograr cualquier cosa, hay que ponerle esfuerzo. Uno como mamá siempre piensa en los hijos, que sean primero buenas personas y que la sociedad no los rechace, que estudien, que demuestren que son los mejores, y si no el mejor, uno de los mejores”. Hoy, su hijo Juan Pablo Moreno es la fiel demostración de que, a través del deporte, los sueños se pueden buscar, construir y, por supuesto, alcanzar.
Sin comentarios