Cuatro luchas, una artista
Por: Sara Stefanía Hernández Castaño
Empuñar la mano es lo primero que hacemos cuando despertamos al mundo. Dicen que un recién nacido lo hace para sentirse seguro. Quizás Sabina Mazo también lo vivió, pero fue hasta cuando cumplió 15 años que se percató de la fuerza implacable de sus nudillos, fortaleza que la llevó a ser la primera colombiana campeona del mundo en artes marciales mixtas, con el sueño máximo de llegar a la UFC.
Estar en pie en el gimnasio a las 6:00 a.m. Estudiar. Volver a entrenar. Estudiar y volverse a poner los guantes, es la monotonía que desde hace tres años lleva Mazo. Ser la mejor luchadora del mundo de las arte marciales mixtas fue el deseo que llevó a una joven de 19 años a dejar sus costumbres, su país y su familia.
Todo empezó por la obsesión de llegar a Kings MMA, gimnasio especializado en artes mixtas. La meta: perfeccionar la lucha, el jiu-jitsu, muay thai y el boxeo; este último, fue su amor a primer golpe.
El primer cuarto de hora El 26 de marzo del 2015, en un octágono en la húmeda y calurosa Barranquilla Sabina, un día después de ser mayor de edad, se enfrentó a Alejandra Lara, en una de las peleas estelares organizada por la SFC, ente organizador de las artes mixtas en Colombia.
Tres asaltos de cinco minutos bastaron para que la “Colombian Queen”, pintara de rojo la sangre de su oponente y ganara por decisión unánime. Allí ante la atenta mirada de don Gustavo, doña Clara y su hermana Mariana, la peleadora antioqueña llamó la atención de un país que se extrañaba al ver la danza corporal de golpear al otro y sobre todos de sus padres, remarcando ritmo fuerte, que su vida estaría marcada por las contusiones, las fracturas y la sangre.
Todo empezó en el cuadrilátero.
El boxeo, deporte tan tradicional en la Costa Atlántica y en el Magdalena se apoderó de una joven de apenas 15 años en Medellín. Curiosa, inquieta y arriesgada, Mazo probó la disciplina de los sacos y la perseverancia de la defensa.
A pesar de los campeonatos Departamentales y Nacionales, la nacida en Envigado entendió que el mejor golpe es el que se puede dar con todo el cuerpo, así que de a poco incorporó las otras disiplinas para convertir su cuerpo en una muralla impenetrable.
Los que escriben historias lo hacen con personas que destacadas, son ganadoras o extraordinarias, por la implacable demanda del lector que exige ello o porque son ciegos a la carne y al humano. Por eso este escrito quiere resaltar la cotidianidad de una mujer que vive su sueño, lejos de reflectores o seguidores de una disciplina deportiva ajena a nuestra historia y nuestro conocimiento, pero en el que destaca, quizás eso lo haga más heroico, demostrando de nuevo que el triunfo más resonante es aquello que se consigue a las afueras de líneas colombianas.
Foto cortesía.
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